martes, 15 de octubre de 2013

TEMA 8: DIFERENCIACION ENTRE TRAUMA Y CRISIS DESDE UN ENFOQUE PSICOLOGICO


DEFINICIÓN DE CRISIS


Una de las definiciones de crisis es la del ideograma Chino del I Ching que tiene dos acepciones: por un lado significa dificultad y por otra parte significa oportunidad.
Esto es precisamente lo que es una crisis; todas las crisis traen cambios y los cambios traen crisis.
Haciendo un recorrido por la definición de crisis de diferentes autores, vemos que para Eric Erikson: "la crisis ya no connota una catástrofe inminente (en vez de ello ) designa un punto crítico necesario, un momento crucial en el que el desarrollo debe tomar una dirección u otra, ordenando los recursos del crecimiento, la recuperación y una mayor diferenciación".
Se refiere a lo que posteriormente me referiré como crisis evolutiva, pero se puede aplicar a todas las crisis vitales.

Gerard Caplan a su vez se refiere a la crisis como "la condición de la reacción de un individuo en un punto crítico, dentro de una situación peligrosa, que amenaza la integridad o la totalidad".
Otra definición podría ser la de un catalizador que altera los antiguos hábitos y evoca nuevas respuestas.





TIPOS DE CRISIS

Tradicionalmente las crisis se dividían en dos grupos:
crisis circunstanciales y crisis evolutivas.
El trauma se definía como una entidad separada.
La crisis evolutiva según Caplan se puede definir como" una situación causada internamente, la cual puede deberse a convulsiones fisiológicas o psicológicasasociadas con el desarrollo, las transiciones biológicas, las transiciones de roles etc.".

Las crisis circunstanciales a su vez tienen que ver con situaciones que suceden principalmente en el ambientey que pueden suponer la muerte o separación
de una persona amada o bien una enfermedad grave.

También, la amenaza de la pérdida o un desafío parael que la persona no esta preparada, puede suponer una crisis circunstancial.
Sucede ante eventos extraordinarios que la persona no puede controlar y que es imprevista, intensa, catastrófica y azarosa.

A su vez Gilligand y Jamen han desarrollado el concepto de crisis existencial que se refiere a "los conflictos internos y la ansiedad que acompañan a las importantes cuestiones humanas del propósito, la responsabilidad, laindependencia, la libertad y el compromiso" como por ejemplo las crisis de madurez o la crisis de envejecimiento.
Por último se ha desarrollado el concepto de crisis general como aquella que tiene elementos de shock, incredulidad, rechazo, dolor, pérdida y confusión.


DIFERENCIAS ENTRE CRISIS Y TRAUMA

Un aspecto importante en las diferencias entre crisis y trauma es el grado en que otras personas están involucradas. El trauma frecuentemente pone en marcha a muchas personas en la comunidad cuando el evento está ocurriendo o poco después. En las crisis esto puede llevar más tiempo.
El trauma es un suceso catastrófico que no es una experiencia universal, aunque sea una situación extraordinaria.
La crisis vital aunque es catastrófica a menudo es un fenómeno universal vivido de manera solitaria. El individuo se siente sólo y único. En los traumas hayuna alarma pública y en las crisis la estructura social permanece inalterada.

El trauma es un evento que evoca roles sociales: "víctima", "héroe", "personal de auxilio" y en las crisis no.

Hay algunas coincidencias como que la mayor parte de las veces no es previsible, que puede poner en riesgo la vida y que la vida ya nunca será igual y por otro lado no hay posibilidad de elegir.
No obstante hay autores que consideran a la crisis vital y al trauma como subconjuntos de la respuesta de crisis general. Donde la crisis se concebirá como algo universal y el trauma como algo particular.

Según esta clasificación tendríamos como crisis vitales universales:
"Embarazo no deseado o esterilidad. "Embarazo con dificultades, parto y nacimiento
"Padres con una infancia complicada, adopción
"Infancia temprana con (enfermedad o separación excepcional)
"Adolescencia: crisis existencial. "Crisis de identidad sexual
"Crisis de madurez, incluyendo cambio de profesión. "Divorcio o separación
"Jubilación, crisis familiar. "Enfermedad aguda o crónica: cáncer, SIDA
"Viudez". "Envejecimiento" y "Muerte". "Adicciones"

Y como experiencias traumáticas:
"Violación" e "Incesto" . "Violencia. "Accidentes graves y "Desastres naturales"
"Guerra". "Terrorismo" y "Secuestro de rehenes"
"Experiencias severas relacionadas con el trabajo
"Enfermedades que pongan en peligro la vida.

Hay que tener en cuenta que no todos los autores están de acuerdo con esta clasificación y que hay quien considera un embarazo o parto difícil, una enfermedad grave en la infancia o un divorcio de los padres como un trauma.
Simplemente he querido hacer una aproximación para ver de que manera puede confluir y diferir estos dos temas que históricamente han estado solapados


TIPOS DE EVENTOS TRAUMÁTICOS

Las reacciones emocionales de las personas al trauma, dependen de la naturaleza del propio evento. Es por eso que es importante clasificar los diversos tipos de trauma para saber a que nos enfrentamos.


  • TRAUMA NATURAL Y ANTICIPADO

Los huracanes, inundaciones, tornados que pueden darse de forma aislada o múltiple y casi siempre se dan en algún tipo de comunidad.
  • DESASTRES NATURALES IMPREVISIBLES

Los terremotos, diluvios, avalanchas de lodo etc. Pueden darse también de forma aislada o múltiple. Sin embargo este tipo de eventos provoca mayores crisis de pánico debido a su impredecibilidad.


  • TRAUMA ACCIDENTAL INDUCIDO POR EL SER HUMANO

Incendios, accidentes aéreos, de autobús, descarrilamiento, etc. Es siempre un solo evento. Puede afectar a una sola persona o a varias. Que sea accidental no significa que no pueda considerarse en algún sentido a las personas responsables en el ámbito civil.
  • LA VIOLENCIA DELIBERADA INDUCIDA POR EL SER HUMANO

Es en el que se da el mayor miedo individual y la mayor vulnerabilidad.
Puede ser aislada como los atracos, apuñalamientos, violaciones, etc. o múltiple como los asesinatos en serie, las guerras, malos tratos, agresiones y torturas.
De estos tipos de experiencias traumáticas, la violencia humana intencionada es la que provoca daños psicológicos más serios y duraderos.
El impacto emocional de una experiencia traumática concreta, varía de persona a persona y depende de factores sociales, biológicos y psicológicos.


FACTORES DE RIESGO

No se puede saber de antemano como reaccionará una persona ante un evento traumático, porque cualquiera puede tener reacciones incontrolables.
Hay sin embargo una serie de factores de riesgo que determinan la respuesta individual a la crisis o trauma.
El primer factor de riesgo es la edad y fase de desarrollo. En los niños, el factor de riesgo de tener síntomas postraumáticos es mayor cuanto más pequeño es el niño, debido a que no tienen desarrollada la capacidad para racionalizar lo que ha sucedido; por otro lado la habilidad verbal no está lo suficientemente desarrollada para expresar lo que ha ocurrido.
En los ancianos, asimismo, el riesgo de desarrollar síntomas es mayor por encontrarse impedidos física o mentalmente y en su habilidad para buscar ayuda y aprovechar de los recursos disponibles.

Otro factor de riesgo, es padecer alguna discapacidad en la que la persona está impedida, (motor, vista, oído, etc.), lo que pone a la persona en riesgo de no poder acceder a los recursos necesarios para su recuperación.
Una mala salud o enfermedad reciente o un trastorno mental pude impedir sobre todo en los desastres naturales acceder a ayuda médica.

Los eventos traumáticos previos.

Las personas que han sufrido algún tipo de trauma importante y han estado en un ambiente protector, corren más riesgos de desarrollar síntomas postraumáticos, sobre todo en el caso que estos traumas hayan sucedido durante la infancia.
Un stress preexistente como cambios familiares, de residencia, preocupaciones de trabajo, etc. incrementan al riesgo por el stress acumulado y un entorno social débil .
Otro factor de riesgo importante es la ausencia de sistemas sociales de apoyo que ponen en riesgo a la persona.
Cuando una persona tiene débiles habilidades para afrontar las situaciones o sufre algún tipo de desadaptación (drogas, alcoholismo) puede sufrir más síntomas.

Parece que las personas que han tenido que afrontar situaciones de dificultad media en su vida, toleran y controlan mejor la situación debida a un suceso traumático (factor de resiliencia)

Si además la persona cuenta con un buen apoyo social y familiar y ha sido preparada anteriormente para afrontar la situación saldrá menos dañada de la tragedia.
Si la persona se encuentra separada de sus familiares o tiene a su cargo otros miembros de la familia, por ejemplo niños pequeños, esto puede añadir estres a la víctima.
Cuando el suceso traumático es sumamente violento y la sensación de muerte está muy presente.
Si la persona vive el suceso de forma disociativa, si tiene una personalidad débil o si hay antecedentes familiares de trastornos psiquiátricos durante su infancia, son igualmente factores de riesgo.

El modo en que la persona percibe el evento (por ejemplo quienes se sienten responsables y se culpan ) afectará al nivel de stress experimentado, y por fin la gravedad, intensidad y duración del hecho traumático, así como la amenaza
de muerte, son responsables directos de la severidad de los síntomas

PROBLEMAS EN LA INFANCIA Y ADOLESCENCIA

En general los niños y adolescentes con síntomas pos-traumáticos re-experimentan el momento traumático a través de los sueños y recuerdos desagradables y en menor medida de flash-back.
Los síntomas que más sufren son taquicardias, nauseas, vómitos y sensaciones de mareo.

Por otro lado el niño busca en su fantasía cambiarlo sucedido. En los sueños, puede haber repetición de los momentos concretos del trauma o sueños más grandes como monstruos, que hacen daño al niño o algún familiar y el niño ante esta situación no quiere dormir solo.

En ocasiones el niño manifiesta conductas repetitivas del suceso traumático y esto es especialmente peligroso en la adolescencia, donde pueden reproducir escenas violentas con drogas, coches, armas, etc.

El juego también puede reproducir escenas del suceso traumatizante. Pueden ser juegos repetitivos que impiden el juego normal. Presentan también los niños trastornos de conducta como no querer ir al colegio, hacer algunas regresiones en sus capacidades, como en el lenguaje o en el control de esfínteres y en general hay una hiperactivación fisiológica que mantiene el niño siempre alerta, irritable, con rabietas, agresivo y con dificultades de concentración además del sueño en forma de terrores nocturnos en ocasiones.


Los niños buscan seguridad, sobre todo en los momentos de mayor vulnerabilidad por ejemplo al ir a la cama o al baño. En estos momentos piden que los adultos los acompañen o duerman con ellos.
Se observan asimismo sentimientos de culpa, vergüenza, baja autoestima, y crisis de llanto, además de una excesiva preocupación de que les ocurra algo malo a los seres queridos. En los niños la historia previa puede influir significativamente en la respuesta del niño a la situación traumática.

Los niños cuyos padres estaban separados o divorciados sufrirán síntomas traumáticos más serios. En la edad preescolar de (1 a 5 años) son particularmente vulnerables a los cambios en su ambiente y su rutina, ya que son los más dependientes; por tanto lo que más les afectará es la separación de su cuidador principal, unido a esto los niños tienen menos capacidades verbales, mentales y emocionales para enfrentarse a este tipo de sucesos.

En los menores de tres años su capacidad mental y el desarrollo de su memoria son menores por tanto es más frecuente el mutismo y la regresión (enuresis, chuparse el dedo), así como las pesadillas y terrores nocturnos.
Este grupo de edad a lo que mejor responde es al contacto físico (abrazos, besos) y a que se les escuche.
En el grupo de edad de 5 a 11 (infancia), con frecuencia tienen cambios en su afectividad y comportamiento como por ejemplo resistirse a volver a la escuela o estar más agresivos con sus hermanos, así como pegarse como una lapa. Puede haber también algunas conductas regresivas como chuparse el dedo o volver a objetos como peluches.

Este grupo responde a un incremento en la atención, educarle por parte de su familia en lo que está sucediendo, invitarle a que exprese sus sentimientos y ayudarle de una manera comprensiva pero firme a que retome sus actividades normales.

En el grupo de preadolescentes de 11 a 14 años aproximadamente los niños están más capacitados para expresar sus sentimientos y entender la situación.
Necesitan información clara y directa sobre los hechos de un lenguaje accesible a ellos.
Necesitan certezas, que les ayudemos a comprometerse con los demás, actividad física y hablar y expresar sus sentimientos. Momentáneamente estaría bien una reducción temporal de las expectativas en casa y en el colegio.

En la medida en que el niño se va haciendo mayor, sus síntomas son más parecidos a los de los adultos y por tanto son más frecuentes la irritabilidad, insomnio, falta de concentración y flash -back.
Además es posible un cambio en sus valores y expectativas, quedando a raíz del suceso traumático inseguros, respecto al futuro y cuestionando temas como el futuro profesional, el matrimonio o los hijos.

En los adolescentes (14 -18 años) se dan a menudo situaciones de aislamiento, retiro y depresiones. También pueden volverse menos responsables, rebeldes, competitivos y más demandantes.
Necesitan hablar y expresar sus sentimientos y frustraciones, estímulo para que vuelvan a relacionarse con sus amigos que en esta edad son tan importantes, educación e información sobre lo que está ocurriendo y que se pueden comunicar con su familia. Son asimismo beneficiosos los rituales que se generan alrededor de la experiencia del trauma y les puede ayudar que creen su propio ritual.

Se está observando cada vez más que en la infancia hay muchos traumas relacionados con las intervenciones quirúrgicas y con las hospitalizaciones, hechos a los que hasta ahora no se les había concedido la importancia que merecen, en la influencia y posterior desarrollo del niño.
Como dice Levine "un niño al que se le anestesia mientras está asustado, casi seguro que sufrirá un trauma a menudo grave".
Un niño que está tan asustado no es un buen candidato para la anestesia hasta que haya recuperado la sensación de tranquilidad".
Por lo tanto, propone para prevenir los traumas que tengan relación con las intervenciones médicas: que los padres permanezcan con los hijos, que se le explique al niño con anterioridad lo que va a ocurrir y retrasar la intervención hasta que el niño se tranquilice.

Además de las intervenciones quirúrgicas, en la infancia hay otras situaciones potencialmente traumáticas como accidentes graves, pérdida o peligro de pérdida de seres queridos, guerras y por supuesto situaciones de agresión y abusos sexuales.

Los abusos sexuales es un tema al que quiero referirme un poco más extensamente, ya que el niño que se enfrenta a una situación de abuso, necesita conservar una confianza básica que le han arrebatado precisamente las personas en las que necesita confiar; necesita encontrar seguridad en una situación insegura y mantener su poder en una situación de indefensión.
Tiene por delante una enorme tarea de adaptación.
En palabras de Herman "el abuso infantil crónico tiene lugar en un clima familiar de terror dominante en el que las relaciones normales de cuidados han quedado profundamente alteradas. Los supervivientes describen un patrón característico de control totalitario impuesto mediante amenazas de violencia e incluso de muerte, la aplicación arbitraria de reglas estúpidas, de recompensas intermitentes y de destrucción de todas las relaciones mediante el aislamiento, el secretismo y la traición. Los niños que crecen en este clima de dominación desarrollan vínculos patológicos con aquellos que abusan de ellos y que los descuidan, vínculos que intentarán mantener incluso sacrificando su propio bienestar, su realidad e incluso su vida".

Los niños abusados sufren amenazas de muerte, así como sus familiares y sus mascotas. Se encuentran en una situación de continua indefensión y por tanto, desarrollan una postura de absoluta rendición ante el abusador. Los castigos normalmente no son predecibles por lo que el niño está en un estado de alerta continuo, sintonizado incluso con las estados emocionales de los abusadores en un estado de "vigilancia congelada", porque a la vez que están alertas tienen que estar quietos y en silencio.
Estos niños están totalmente aislados, porque además de que la familia como tal está en una situación de aislamiento social, el niño no puede confiar en los otros adultos responsables de cuidarlos porque no los protegen y por tanto se aísla también de ellos.

La necesidad de encontrar una seguridad y confianza en unos cuidadores que no son de fiar es básica, por tanto el niño utilizará dos estrategias:


La primera es intentar preservar la fe en sus padres y negar que hay algo malo en ellos y para eso el niño lo que hace es negar lo que sucede; se disocia.
Pueden incluso llegar a entrar en trance de una manera automática. Mantiene fuera de la conciencia natural, tanto el abuso, como su negación del mismo.
La otra estrategia se da cuando el niño no tiene esta capacidad disociativa, y como necesita encontrar algún significado que explique lo que ocurre, lo encuentra en la conclusión de que él es malo y sus padres son los buenos.
De esta manera puede intentar ser bueno y poder cambiar las cosas.
Este sentido de maldad interno es el núcleo alrededor del cual se construye la identidad adulta. Culparse a sí mismo, por tanto, es lo que hace el niño y esto además de ser lo que hacen los niños en la primera infancia, es una actitud habitual en las víctimas del trauma.
Esta situación de abusos, para terminar, lleva en la vida adulta a una situación de repetición en la que los hombres víctimas de abusos tienden a ser abusadores y las mujeres víctimas. El trauma por tanto en estas situaciones se reproduce.



Referencias en :

By
KRAD, Octubre 2013

TEMA 7: BASES PSICO-FISIOLÓGICAS DEL ESTRES

Estrés (del inglés stress, ‘tensión’) es una reacción fisiológica del organismo en el que entran en juego diversos mecanismos de defensa para afrontar una situación que se percibe como amenazante o de demanda incrementada.
 Síntoma provocada por alguna situación en problema, los síntomas son algunos notables como el nerviosismo (Temblar) o estar inquieto. Otros no son tan notables como la aceleración del corazón, las pupilas dilatadas, la sudoración, la piel se torna rubosa y se erizan los vellos de la piel (Como brazos o piernas).
 El estrés es una respuesta natural y necesaria para la supervivencia, a pesar de lo cual hoy en día se confunde con una patología. Esta confusión se debe a que este mecanismo de defensa puede acabar, bajo determinadas circunstancias frecuentes en ciertos modos de vida, desencadenando problemas graves de salud.
 Cuando esta respuesta natural se da en exceso se produce una sobrecarga de tensión que repercute en el organismo humano y provoca la aparición de enfermedades y anomalías patológicas que impiden el normal desarrollo y funcionamiento del cuerpo humano. Algunos ejemplos son los olvidos (incipientes problemas de memoria),1 alteraciones en el ánimo,2 nerviosismo y falta de concentración, en las mujeres puede producir cambios hormonales importantes como dolores en abdominales inferiores, entre otros síntomas.

MECANISMOS BIOLÓGICOS DEL ESTRÉS

El mecanismo biológico principal en la respuesta de estrés es el eje  hipotálamo-hipofisario-adrenal (HHA), que está integrado esencialmente por (Mello et al., 2003):
Tres estructuras: el hipotálamo, la hipófisis y la corteza de las glándulas suprarenales
Y un mecanismo hormonal que activa la función de estas estructuras y que se autorregula a sí mismo mediante un mecanismo de retroalimentación (feed-back) negativo .

El primer eslabón de la cadena HHA es el factor liberador de la corticotrofina (CRF) hipotalámica (Sarnyai et al., 2001), cuya activación en respuesta a una situación de estrés, provoca su liberación a la circulación portal hipofisaria.
El enlace de CRF, a sus receptores, situados en la pituitaria anterior, provoca un incremento en la liberación de hormona adeno-cortico-tropa (ACTH), el segundo eslabón de la cadena HHA.
ACTH se difunde por la circulación general hasta alcanzar las glándulas suprarenales donde estimula la síntesis y la secreción de glucocorticoides (cortisol en humanos y corticosterona en rordores).
Un mecanismo de feed-back negativo controla la actividad del eje HHA, que devuelven el cortisol y las otras hormonas del eje HHA a sus niveles basales después de la activación.
Dos grupos hormonales del eje HHA son esenciales por su interacción con la actividad del sistema nervioso central, los glucocorticoides (cortisol, corticosterona) y el factor CRF.

GLUCOCORTICOIDES

Los glucocorticoides ponen en marcha múltiples procesos catabólicos, que preparan al organismo para dar una respuesta rápida y eficaz a los requerimientos del entorno. Pero por su propia naturaleza esta respuesta no se puede sostener durante mucho tiempo, porqué en caso contrario el organismo enferma y puede incluso morir (Sapolsky, 1996). 

Existen receptores de glucocorticoides en múltiples niveles dentro del sistema nervioso central (SNC): Área Tegmental Ventral (ATV), Núcleo Accumbens (NAc), Cortex Prefrontal (CPF), esencialmente. Estos receptores son de dos tipos, glucocorticoides (GR) y mineralcorticoides (MR) (Cintra et al., 1994) 


CRF

El factor CRF está también distribuido extra-hipotálamicamente en el ATV, NAc y amígdala (núcleo central de la amígdala, núcleo del lecho de la estría terminal) (De Souza, 1995) 

VULNERABILIDAD

Las diferencias individuales en los mecanismos biológicos del estrés, que pueden tener una base genética o ser adquiridas a lo largo de la vida, pueden determinar diferencias en la vulnerabilidad o predisposición para desarrollar trastornos relacionados con el estrés.
Un individuo con una vulnerabilidad biológica enfrentado a factores ambientales adversos, sucumbirá a los efectos del estrés con mucha mayor facilidad, que un individuo que no tenga esta predisposición biológica. Es decir, la vulnerabilidad biológica y los factores ambientales desencadenantes se entretejen (Charney, 2004).
El estrés juega un papel importante en los trastornos psiquiátricos relacionados con la ansiedad y la depresión.


REGULACIÓN CENTRAL DE LA ACTIVIDAD DEL EJE HHA

Dos estructuras del sistema límbico, el hipocampo y la amígdala y una estructura cortical, el cortex prefrontal medial están implicados en la regulación de la actividad del eje HHA (Feldman et al., 1995).
El hipocampo y el cortex prefrontal son inhibidores de la actividad del eje HHA. En cambio, la amígdala está implicada en la activación del eje HHA (Swanson and Petrovich, 1998).
La contribución de cada una de estas estructuras a la respuesta de estrés se pondera con la contribución del resto de estructuras.
Por su función estratégica en relación al estrés, vamos a destacar el papel de la amígdala:
La amígdala interviene en la percepción de los estímulos que suscitan miedo y en la reacción del individuo ante los mismos. Esta capacidad funcional de la amígdala viene dada por el tipo de conexiones de esta estructura con otras del SNC.
La amígdala recibe información de:
La corteza cerebral, señales que llevan información sensorial, que nos informa acerca de lo que ocurre en el entorno.
Desde la corteza prefrontal, de regiones que intervienen en la formación de asociaciones abstractas y por tanto, en la elaboración de la información.
Directamente desde los órganos de los sentidos, una información sensorial que no pasa por la corteza. Por ello, las amenazas subliminales pueden activar la amígdala incluso antes de que se tenga conciencia de su causa.
Este tipo de información sería la que influye en una persona víctima de una violación mientras está hablando animada y distendidamente con un grupo de personas. De repente empieza a sentir ansiedad y su corazón a latir con fuerza. Quizá, al cabo de un rato pueda descubrir que ha oído una voz masculina a su espalda que se asemeja mucho a la del que le agredió.
La amígdala se relaciona con otras estructuras cerebrales a través de diversos neurotransmisores, entre los que destacaremos el neurotransmisor CRF del eje HHA.
La amígdala también devuelve información al cortex prefrontal. Con ella, el cortex podrá formar juicios acerca de los acontecimientos que finalmente, desencadenarán una conducta como respuesta. Por ello, las decisiones y las valoraciones acerca de los hechos y las situaciones, pueden verse tan influidas por el estado emocional.
La amígdala participa en la formación de ciertos tipos de memoria. La activación de la amígdala y de los mecanismos hormonales correspondientes, establecen recuerdos de situaciones amedrentadoras, que constituyen una forma de memoria implícita, que no exige conocimiento consciente. El factor CRF es crucial en la inducción de ciertas formas de plasticidad en la amígdala (Rainnie et al., 2004).





Fisiopatología

El efecto que tiene la respuesta estrés en el organismo es profundo:

Predominio del sistema nervioso simpático (vasoconstricción periférica, midriasis, taquicardia, taquipnea, ralentización de la motilidad intestinal, etc.)
Liberación de catecolaminas (adrenalina y noradrenalina), de cortisol y encefalina.
Aumento en sangre de la cantidad circulante de glucosa, factores de coagulación, aminoácidos libres y factores inmunitarios.
Todos estos mecanismos los desarrolla el cuerpo para aumentar las probabilidades de supervivencia frente a una amenaza a corto plazo, no para que se los mantenga indefinidamente, tal como sucede en algunos casos.

A medio plazo, este estado de alerta sostenido desgasta las reservas del organismo y puede producir diversas patologías (trombosis, ansiedad, depresión, inmunodeficiencia, dolores musculares, insomnio, trastornos de atención, diabetes, etc.)

El estrés provoca inmunodepresión. La liberación de hormonas de estrés inhiben la maduración de los linfocitos, encargados de la inmunidad específica.5

Las consecuencias, por ende, terminan siendo fisiológicas, psicológicas y conductuales. Estas generan daños en el cuerpo que afectan la calidad de vida de las personas. A continuación se presenta una lista de los estragos más comunes causados por el estrés:

  • Obesidad y sobrepeso
  • Pérdida del cabello
  • Depresión
  • Reducción del deseo sexual
  • Menstruación irregular
  • Acné
  • Úlceras
  • Insomnio
  • Disminución de fertilidad
  • Enfermedades cardíacas
El origen del estrés se encuentra en el cerebro, que es el responsable de reconocer y responder de distintas formas a los estresores. Cada vez son más numerosos los estudios que corroboran el papel que juega el estrés en el aprendizaje, la memoria y la toma de decisiones. Un estudio de la Universidad de California demostró que un estrés fuerte durante un corto período de tiempo, por ejemplo, la espera previa a la cirugía de un ser querido, es suficiente para destruir varias de las conexiones entre neuronas en zonas específicas del cerebro. Esto es, un estrés agudo puede cambiar la anatomía cerebral en pocas horas. El estrés crónico, por su parte, tuvo en experimentos con ratas el efecto de disminuir el tamaño de la zona cerebral responsable de la memoria.6


Factores desencadenantes

Los llamados estresores o factores estresantes son las situaciones desencadenantes del estrés y pueden ser cualquier estímulo, externo o interno (tanto físico, químico, acústico o somático como sociocultural) que, de manera directa o indirecta, propicie la desestabilización en el equilibrio dinámico del organismo (homeostasis).
Una parte importante del esfuerzo que se ha realizado para el estudio y comprensión del estrés, se ha centrado en determinar y clasificar los diferentes desencadenantes de este proceso. La revisión de los principales tipos de estresores que se han utilizado para estudiar el estrés, nos proporciona una primera aproximación al estudio de sus condiciones desencadenantes, y nos muestra la existencia de diez grandes categorías de estresores:

1.    situaciones que fuerzan a procesar información rápidamente,
2.    estímulos ambientales dañinos,
3.    percepciones de amenaza,
4.    alteración de las funciones fisiológicas (enfermedades, adicciones, etc.),
5.    aislamiento y confinamiento,
6.    bloqueos en nuestros intereses,
7.    presión grupal,
8.    frustración.
9.    no conseguir objetivos planeados.
10. relaciones sociales complicadas o fallidas.
Sin embargo, cabe la posibilidad de realizar diferentes taxonomias sobre los desencadenantes del estrés en función de criterios meramente descriptivos; por ejemplo, la que propusieron Lazarus y Folkman (1984), para quienes el 'estrés psicológico es una relación particular entre el individuo y el entorno (que es evaluado por el individuo como amenazante o desbordante de sus recursos y que pone en peligro su bienestar). Por eso se ha tendido a clasificarlos por el tipo de cambios que producen en las condiciones de vida. Conviene hablar, entonces, de cuatro tipos de acontecimientos estresantes:
·         Los estresores unicos: hacen referencia a cataclismos y cambios drásticos en las condiciones del entorno de vida de las personas y que, habitualmente, afectan a un gran número de ellas.
·         Los estresores multiples: afectan sólo a una persona o a un pequeño grupo de ellas, y se corresponden con cambios significativos y de transcendencia vital para las personas.
·         Los estresores cotidianos: se refieren al cúmulo de molestias, imprevistos y alteraciones en las pequeñas rutinas cotidianas.
·         Los estresores biogeneticos: son mecanismos físicos y químicos que disparan directamente la respuesta de estrés sin la mediación de los procesos psicológicos.
Estos estresores pueden estar presentes de manera aguda o crónica y, también, pueden ser resultado de la anticipación mental acerca de lo que puede ocurrir en el futuro.

Estados de adaptación

Selye describió el síndrome general de adaptación como un proceso en tres etapas:
1.    alarma de reacción: cuando el cuerpo detecta el estímulo externo;
2.    adaptación: cuando el cuerpo toma contramedidas defensivas hacia el agresor;
3.    agotamiento: cuando comienzan a agotarse las defensas del cuerpo.
El estrés incluye 'distrés', con consecuencias negativas para el sujeto sometido a estrés, y 'eustrés', con consecuencias positivas para el sujeto estresado. Es decir, hablamos de eustrés cuando la respuesta del sujeto al estrés favorece la adaptación al factor estresante. Por el contrario, si la respuesta del sujeto al estrés no favorece o dificulta la adaptación al factor estresante, hablamos de distrés. Por poner un ejemplo: cuando un depredador nos acecha, si el resultado es que corremos estamos teniendo una respuesta de eustrés (con el resultado positivo de que logramos huir). Si por el contrario nos quedamos inmóviles, presas del terror, estamos teniendo una respuesta de distrés (con el resultado negativo de que somos devorados). En ambos casos ha habido estrés. Se debe tener en cuenta además, que cuando la respuesta estrés se prolonga demasiado tiempo y alcanza la fase de agotamiento, estaremos ante un caso de distrés.
El estrés puede contribuir, directa o indirectamente, a la aparición de trastornos generales o específicos del cuerpo y de la mente.
En primer lugar, esta situación hace que el cerebro se ponga en guardia. La reacción del cerebro es preparar el cuerpo para la acción defensiva. Elsistema nervioso se centra en el estímulo potencialmente lesivo y las hormonas liberadas, activan los sentidos, aceleran el pulso y la respiración, que se torna superficial y se tensan los músculos. Esta respuesta (a veces denominada reacción de lucha o huida) es importante, porque nos ayuda a defendernos contra situaciones amenazantes. La respuesta se programa biológicamente. Todo el mundo reacciona más o menos de la misma forma, tanto si la situación se produce en la casa como en el trabajo.
Los episodios cortos o infrecuentes de estrés representan poco riesgo. Pero cuando las situaciones estresantes se suceden sin resolución, el cuerpo permanece en un estado constante de alerta, lo cual aumenta la tasa de desgaste fisiológico que conlleva a la fatiga o el daño físico, y la capacidad del cuerpo para recuperarse y defenderse se puede ver seriamente comprometida. Como resultado, aumenta el riesgo de lesión o enfermedad.
Desde hace 20 años, muchos estudios han considerado la relación entre el estrés de trabajo y una variedad de enfermedades. Alteraciones de humor y de sueño, estómago revuelto, dolor de cabeza y relaciones alteradas con familia y amigos son síntomas de problemas relacionados con el estrés que se ven comúnmente reflejados en estas investigaciones. Estas señales precoces del estrés de trabajo son fácilmente reconocibles. Pero los efectos del estrés de trabajo en las enfermedades crónicas son más difíciles de diagnosticar, ya que estas enfermedades requieren un largo período de desarrollo y se pueden ver influidas por muchos factores aparte del estrés. Sin embargo, gran número de evidencias sugieren que el estrés tiene un papel preponderante en varios tipos de problemas crónicos de salud, particularmente en las enfermedades cardiovasculares, las afecciones musculoesqueléticas y las afecciones psicológicas.
En la actualidad existe una gran variedad de datos experimentales y clínicos que ponen de manifiesto que el estrés, si su intensidad y duración sobrepasan ciertos límites, puede producir alteraciones considerables en el cerebro. Éstas incluyen desde modificaciones más o menos leves y reversibles hasta situaciones en las que puede haber muerte neuronal. Se sabe que el efecto perjudicial que puede producir el estrés sobre nuestro cerebro está directamente relacionado con los niveles de hormonas (glucocorticoides, concretamente) secretados en la respuesta fisiológica del organismo. Aunque la presencia de determinados niveles de estas hormonas es de gran importancia para el adecuado funcionamiento de nuestro cerebro, el exceso de glucocorticoides puede producir toda una serie de alteraciones en distintas estructuras cerebrales, especialmente en el hipocampo, estructura que juega un papel crítico en muchos procesos de aprendizaje y memoria. Mediante distintos trabajos experimentales se ha podido establecer que la exposición continuada a situaciones de estrés (a niveles elevados de las hormonas del estrés) puede producir tres tipos de efectos perjudiciales en el sistema nervioso central, a saber:
1.    Atrofia dendrítica. Es un proceso de retracción de las prolongaciones dendríticas que se produce en ciertas neuronas. Siempre que termine la situación de estrés, se puede producir una recuperación de la arborización dendrítica. Por lo tanto, puede ser un proceso reversible.
2.    Neurotoxicidad. Es un proceso que ocurre como consecuencia del mantenimiento sostenido de altos niveles de estrés o GC (durante varios meses), y causa la muerte de neuronas hipocampales.
Exacerbación de distintas situaciones de daño neuronal. Éste es otro mecanismo importante por el cual, si al mismo tiempo que se produce una agresión neural (apoplejíaanoxiahipoglucemia, etc.) coexisten altos niveles de GC, se reduce la capacidad de las neuronas para sobrevivir a dicha situación dañina









Información de :

By 
KRAD, Octubre 2013